Hoy voy a hablar sobre una de las caras más amargas del deporte, os voy a hablar sobre la trampa, sobre esa gente que no puede llegar a la élite y recurre a sustancias extras que les permita aumentar su rendimiento y llegar o mantenerse en ella.

Este artículo lo quiero dedicar a intentar responderme una pregunta que se me viene a la cabeza cuando nombro la palabra dopaje, ¿por qué los deportistas recurren a sustancias extras?
El primer motivo que se me viene a la cabeza es el ansia de éxito que les lleva a querer más de lo que un cuerpo puede lograr; es decir. el cuerpo humano de cada uno en mi opinión tiene un límite que no se puede sobrepasar (el cuerpo te dice "basta") y el deportista cuando ve que ya ha llegado a ese límite quiere ampliarlo, entonces es cuando recurre a recursos exteriores a su cuerpo.
Otro motivo es la presión que se genera en el entorno de un deportista. Un deportista de la magnitud de los que hemos nombrado anteriormente mueven masas y esto hace que se cree una presión superior a la presión que se le puede crear a cualquier otro deportista menos mediatizados. Esta presión extra hace que no el deportista tenga que agradar a su público y tratar de conseguir más público aún, pero como no puede dar más de sí, vuelve a recurrir al doping.
Quizás doping vaya a haber siempre, quizás sea imposible erradicarlo del todo porque siempre va a haber alguien que quiera ser superior a su oponente y no pueda conseguirlo mediante tan solo un entrenamiento especializado; pero pienso que desde la escuela se puede tratar de educar a los niños primero enseñándoles que es más importante agradarse a sí mismo que agradar a los demás, que no es necesario acudir a nada más para agradar, que cada uno tiene lo que tiene y lo tenemos que aceptar. Ese debe de ser el principio del fin de este lado oscuro del deporte que es el doping.
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