Según Amnistía Internacional hay más de 300.000 niños soldado en el mundo. Y es que reclutar niños durante los conflictos bélicos es una práctica habitual en numerosos países del mundo. A menudo, los niños son secuestrados en plena calle o sacados de las aulas. Otros son reclutados mientras juegan cerca de casa o caminan por la carretera. Tras esto, los niños son enviados a campos de entrenamiento, para que reciban formación y adoctrinamiento militar. Allí suelen sufrir un trato violento y, tras varias semanas de entrenamiento, son utilizados en primera línea de fuego, como carne de cañón.
Los niños soldado son obligados a servir como señuelos, detectores de la posición enemiga o guardaespaldas. Eso sin hablar de otras labores especialmente peligrosas, como desminar, espiar o misiones suicidas. Con frecuencia también se utiliza a estos niños como porteadores de la munición, el agua o los alimentos y como cocineros del ejército al que sirven.
Cuando están combatiendo, los niños soldado son reiteradamente obligados a cometer abusos, violaciones y asesinatos. Incluso se les llega a forzar a matar a miembros de su propia familia. A menudo se les administran drogas y alcohol para hacerlos insensibles a las emociones cuando cometen estos crímenes.
Como es fácil de imaginar, el coste personal que deben pagar los niños soldado es muy elevado. Así, además de las secuelas físicas derivadas de la guerra, muchos quedan traumatizados de por vida por la experiencia vivida.
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